Veintiocho de septiembre
Es la hora exacta para suspirar
Mirar el sol perdiéndose detrás de las nubes,
hasta que me dé tortícolis.
Subo lentamente las escaleras.
me encuentro con la cama y muero.
Para guardar las penas en un frasco de papel y tinta...
... y por la mañana resucitamos.
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