Doce de diciembre
Salí a caminar como siempre, a orillas del arroyito
El canto del agua que corría con fuerza penetraba en mi mente y me llevaba hacia mundos desconocidos.
Era el mismo lugar con algunas transformaciones, la sierra, el monte, el agua corriendo, las aves cantando y yo. Yo...infinita y hermosa, en lo espiritual y emocional. Yo...creyendo en un mundo sano. Yo libre de cargas ajenas a mi y los pensamientos sin influencia exterior.
Me gustaba mirar al sol de frente, me gustaba amar y cantar con el viento.
Era felicidad.
Sí.
ResponderEliminarEso parece, total felicidad.
Es felicidad, no lo dudo.
ResponderEliminarSaludos,
J.