Cuatro de septiembre
Había pasado mucho tiempo desde aquella primera vez que fui a la heladería y tomé un cucurucho de helado Bariloche.
Eso fue un derroche de manjar y permitido.
En breve me voy a dar otro regalo, un recital mágico.
Donde las estrellas bajan a la montaña para cantar a las brujas y ninfas del lugar.
Allí estaré presente con toda la ilusión, buscando lo que algún día encontraré.
En segunda plana, resguardada porque no quiero que los muertos-vivos me quieran llevar, al otro lado de mis montañas.
Desde mi lugar te enviaré un beso con la luz de la luna.
Ese sí que es un hermoso regalo.
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