Ocho de septiembre
A lo lejos, se sentía el galopar del caballo y el grito impaciente del jinete.
Se notaba que estaba perdiendo la paciencia y no dejaba de apurar al animal.
Tan apurado iba que quizás se le estaba acabando el tiempo y quería estar en el lugar preciso,
o tal vez no, nadie pudo lograr entrar en esa cabecita de cebolla.
Pienso que, nada puede justificar, el maltrato animal, ni siquiera una muerte y si lo hace, seguro va a conseguir el final del equino.
También pienso que nadie tiene que juzgar a nadie...¿ y el caballo?
Creo que importa más la vida del caballo, quién no pidió ser montado, él siempre quiso ser libre.
¿Vale la pena
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